La tierra se resquebraja bajo el sol abrasador,
Las plantas se marchitan, sedientas de rocío;
El viento, asolador, sopla con ronco fragor,
Y el cielo, sin piedad, niega el ansiado río.
Las hojas se consumen, los tallos se resquebrajan,
Las flores se desgajan, agostadas por la sed;
El campo entero gime, las ramas se desmadajan,
Y el suelo, calcinado, se vuelve dura pared.
¡Ay, este sequía cruel, que todo lo devora!
¡Ay, este sol de fuego que todo lo calcina!
¡Ay, esta sed insaciable que la vida diezma y llora!
La Naturaleza, antaño exuberante y viva,
Hoy yace agonizante, vencida y desmayada,
Mientras la tierra implora, sin tregua, la lluvia.