La primavera, con su gala de colores,
Retrocede abatida ante el empuje invierno;
Sus flores se marchitan, sus hojas mueren, lores,
Y en el alma se incrusta el dolor eterno.
Los pájaros, que otrora llenaran de alegría
Los árboles desnudos con su canto vibrante,
Enmudecen ahora, y en muda agonía
Observan cómo todo languidece y se cae.
La fría realidad se impone, implacable,
Sobre el sueño florido que acariciara el alma;
Todo es tristeza, todo es duelo lamentable,
Todo parece morir bajo el rudo embate
Del viento helado que lo arrasa sin piedad.
¡Ay, retroceso del eterno renacimiento!