Cansado de tanto vuelo,
buscaba un rincón dormido,
un refugio en terciopelo.
Pero el bosque era un silbido,
un llamado en cada rama,
y él, de ansias desmedido.
Cantaba aunque no lo oyeran,
en cada rincón su canto,
por los cielos que lo esperan.
Hoy descansa en su quebranto,
las alas ya no despliega,
su trino es solo un encanto.