En el monte retumbaban
las balas del batallón,
los soldados avanzaban
con coraje y con honor.
Llevaban la frente en alto,
sin miedo y sin titubeo,
defendiendo a su bandera
con el alma y con acero.
¡Viva la patria valiente,
viva el pueblo y su nación!
Que retumbe el clarín de guerra,
que no hay sombra en mi corazón.
Los tambores redoblaban,
el enemigo cayó,
y aunque el aire se incendiaba,
nadie nunca se rindió.
Con su rifle y bayoneta,
con la fuerza militar,
protegieron la frontera,
juramento sin dudar.
¡Viva la patria valiente,
viva el pueblo y su nación!
Que retumbe el clarín de guerra,
que no hay sombra en mi corazón.
Y si un día me preguntaran
por qué ofrendo el alma así,
les diría sin dudarlo:
“Por mi patria hasta el fin.”