Es propio del varón, dicen,
cantar placeres y folías,
mas no de la mujer, que debe
callar y ocultar sus alegrías.
Pero yo soy mujer rebelde,
que no me someto a tal ley,
y canto mis placeres con voz fuerte,
sin miedo a ser juzgada por el rey.
Canto al amor que me enciende,
al éxtasis que me prende,
al goce que me hace sentir viva,
y al deseo que las entrañas atizan.
Canto a la sensualidad,
a la pasión y al erotismo,
a la entrega total y a la verdad
al placer que me da dinamismo.
No me avergüenzo de mis deseos,
ni de mi cuerpo que los siente,
porque son parte de mi coqueteos,
y porque me hacen sentir plena, valiente.
Así que seguiré cantando,
aunque no sea 'propio de mujeres’,
porque el placer es un derecho sagrado
que todas deberíamos vivir atardeceres.