En el jardín del amor florecía
Una rosa roja cual sangre ardiente.
Su fragancia el alma enardecía
Y su belleza el pecho encendía fieramente.
Mas un día, un viento de indiferencia
Sopló gélido sobre su corola.
Pétalo a pétalo fue cayendo su esencia
Marchitándose su gracia y su sola.
Ya no sintió el sol de la mirada amada
Ni el céfiro de palabras sinceras.
Quedó sola, triste y abandonada,
Agostándose sus tintas primveras.
Así mi amor se marchitó también
Al soplar el viento del despecho.
Donde hubo fuego ahora sólo hay cenizas
Y mi alma habita un oscuro lecho.
Adiós para siempre, ilusión perdida.
Mi dicha se secó como la rosa.
Sólo queda el recuerdo de una vida
Que el tiempo convirtió en muerta y ociosa.
Así concluyó mi amor en el olvido
Marchitándose cual flor sin rocío.
Sólo me resta seguir con el vid
En pos de un nuevo amor que no habrá sido.