Por las calles de Sevilla,
el sol brilla sin cesar,
las palmas marcan compás,
y al toque de la guitarra
la alegría va a brotar.
Con la luna de testigo,
la fiesta quiere empezar,
se engalanan las verbenas,
y al son de las sevillanas
todo el pueblo va a cantar.
Taconea sin descanso,
que la noche es de gozar,
la farola se refleja,
y entre risas y fandangos
nos volvemos a encontrar.
El aire huele a jazmines,
y el Guadalquivir va al mar,
las olas traen suspiros,
y en un baile compartido
se renueva el caminar.