A pesar del ocaso que arrulla el horizonte,
del susurro apagado que el viento se llevó,
a pesar de los días que el tiempo deshojó,
tu nombre es un faro que nunca se me esconde.
Por más que la distancia dibuje un muro eterno,
y el eco de tu risa se pierda en soledad,
en mi pecho se agita la misma claridad:
un amor que no muere, que arde en su invierno.
Eres verbo indecible que nunca se termina,
la raíz que persiste, la sombra en mi camino,
y aunque todo se pierda, aunque todo decline,
te amaré sin final, sin límite, sin sino.