Redefiniendo el Amor
Amor, que en mi pecho ardes
y en mi alma te aposentas,
¿qué es lo que quieres de mí
que así me inquietas y apremias?
¿Eres gusto o eres pena?
¿Eres gloria o eres llama?
¿Eres cielo o eres infierno?
¿Eres vida o eres nada?
Cuando me hallas esquivo,
eres venenosa fruta;
cuando me rindes rendido,
eres divina hermosura.
Cuando me buscas airado,
eres rayo que me ofende;
cuando me buscas piadoso,
eres luz que me suspende.
Eres todo y no eres nada,
eres cuanto bien se alcanza;
eres la misma mudanza,
y eres la misma venganza.
En ti sólo está el vivir,
en ti sólo está el morir;
eres deleite y tormento,
eres gloria y eres cuento.
Recordando a Quevedo
