Tus colores, como notas en un arco,
sobre el lienzo, un violín que canta.
Un cielo azul, un verde que se embarca
en el vuelo de un pájaro que encanta.
El violín suspira, un lamento suave,
de un pueblo judío que se va,
con el sonido de un acorde que se apaga,
y el eco de un violín que se extravía.
El amor, un puente de colores vivos,
en el que dos almas se encuentran,
un violín que vibra, que se adivina,
en el azul del cielo, que se diluye.
Y en el baile de los sueños, que se elevan,
un violín que danza, que se mece,
un violín que habla, que se revela,
en el corazón de un hombre que se acerca.
Tus colores, como notas en un arco,
sobre el lienzo, un violín que canta,
un violín que llora, que se lamenta,
un violín que ama, que se levanta.
Y en el silencio de la noche, que se posa,
un violín que duerme, que se acuesta,
un violín que sueña, que se despierta,
en el corazón de un hombre que se queda.