En el límite de mi existencia,
me asomo al abismo que me llama.
Tiemblo ante el vértigo que emana
del misterio que aguarda en la ausencia.
Siento el viento rozar mi cara,
oigo el eco de lo que aún no existe,
que me invita a ir más allá de este
ser que soy, a una forma más clara.
Pero me aferro a esta orilla estrecha,
a esta certeza de quien yo soy.
Tiemblo ante lo eterno que acecha,
temo perder lo que soy hoy.
Mas sé que en ese salto al vacío
está mi más honda realización.
Allí, entre ser y no ser, confío
hallar la plena transformación.