Abrazo del Amanecer
Acojo el amanecer entre mis brazos,
estrecho su suave caricia entre mis dedos,
siento su aliento cálido en mi rostro,
y me dejo mecer en su tierno arrullo.
Es como si el mundo entero despertara,
renaciendo en cada rayo de luz que me baña.
Siento que la noche se rinde a su paso,
y que un nuevo día comienza a gestarse.
Absorbo con deleite su frescura serena,
su pureza de rocío sobre la hierba,
su promesa de vida que vuelve a brotar,
su energía que todo lo llena y renueva.
Es un momento mágico de plenitud,
cuando todo parece revestirse de un velo nuevo.
Suspendo el tiempo, me fundo en su esencia,
y me elevo a un plano de calma y sosiego.
En este abrazo matinal, me siento parte
de un ciclo eterno que nace y renace sin fin.
Acuno la aurora entre mis brazos abiertos,
y me dejo envolver por su abrazo divino.
Porque en este instante fugaz y sublime,
la vida se vuelve un don que se recibe,
y yo me entrego a su gracia y su misterio,
encontrando en el amanecer mi fuente de vivir.
