Lucero que en la noche al mundo asomas,
faro fugaz de efímera hermosura,
que en leve instante alumbras y fulgura,
y luego en sombras fías tus aromas.
Tanto esplendor, ¿qué premio se te doma?
¿Qué ley te da tan breve travesura,
que a penas brillas en la noche oscura,
cuando el alba tu gloria ya desploma?
Así también la vida, en su delirio,
viste de luz a quien fortuna llama,
y luego al polvo torna su artificio.
Que todo cuanto el hombre sueña y ama
es brillo vano, sombra sin oficio,
un fuego que al nacer pierde su llama.