A Miguel Hernández en su cumpleaños
30 de Octubre 1910
Naciste, Miguel, entre campo y trigal,
donde el sol abrazaba la tierra en su ardor,
y el viento corría como un animal,
llevando en sus giros la voz del dolor.
Tus manos sabían de arado y de verso,
labraste palabras con noble fervor,
y cada poema fue canto disperso
de amor y de lucha, de vida y ardor.
El pueblo en tu voz halló su bandera,
en tu pena oscura su rayo de luz,
pues supiste hacer de la vida entera
un canto rebelde, firme y sin cruz.
Miguel, tus palabras no mueren jamás,
siguen volando como un gorrión,
en cada poema renace tu paz,
en cada silencio late tu canción.
Hoy recordamos tu alma valiente,
tu senda marcada por sangre y pasión,
y en cada octubre, presente y ferviente,
tu nombre resuena como un corazón.
