Son los ojos de Elvira matadores,
su boca purpurina y muy pequeña,
su nariz diminuta y aguileña
y todos sus modales seductores.
Al igual del carmín son los colores
que hermosean su faz tersa y trigueña,
su mirada muy dulce y halagüeña,
y es adornada, en fin, de mil primores.
Es muy rica también, y por lo dicho,
tiene mil aspirantes la muchacha,
y ella tiene también cierto capricho.
Yo no sé, vive Dios, si es mal facha,
el que de noche por distintas rejas,
de distintos amantes tenga quejas.