Eres sortilegio y caudal de mi embeleso,
poema que recita este escritor.
Eres oasis en mi desierto,
diosa afrodita del pecado y del amor.
Tu perversa mirada y la sensual mordida de tus labios,
en un dulce coqueteo de tus caderas,
en un lucir de tu hermosa cabellera,
me quedo mudo ante ti, me olvido de las rimas,
y quedo incapaz de encontrar metáfora.
Eres una especialista en enardecer,
a tus encantos soy un poeta domable,
eres fuente inagotable del placer,
si eres delito, soy culpable.
Al unirnos inhalamos y exhalamos,
como quien se está ahogando y respira,
con latidos acelerados por un enigma,
aquello desconocido que nos une en cuerpo y alma.
En esa noche fuiste un libro abierto,
cada parte de tu ser compuso un verso.
Leía rimas de amor y de pasión,
tan solo con un sublime beso.
Mi lengua va volando a ciegas por tu piel,
haciendo que te pierdas en un cosmo imaginario.
Somos como Adán y Eva en el Edén,
haciendo de lo simple, lo extraordinario.
Tu aroma perfuma la habitación,
lascivia a un recital de fantasías,
entrecortada nuestra respiración,
en una hoguera pasional de noches frías.
Me estremecía en tus paredes,
incesantes espasmos en resistencia,
gemidos entrecortados ascienden,
y en una voz quebradiza pides clemencia.
soy un naufrago en tu marea alta,
dentro y fuera de ti,
dentro y fuera de ti,
me sumerjo en tu hendidura.
Y en el candente momento entras en mí,
con la fuerza incontenible de una marea,
con el ir y venir del mar furioso,
y nos sentimos hundir en nuestra propia cama.
Furtivo encuentro que une dos cuerpos,
en un estado máximo del placer llamado clímax,
rocío que rinde cuentas a la intensidad,
donde en un segundo mueres y regresas a la vida.