Caraqueña: recuerdo la ventana entreabierta
desde donde cien veces me miraste pasar
cuando yo era dichoso y por ti sentía cierta
pasión que con palabras no te supe expresar.
Todavía mi mente a explicarse no acierta
por qué yo ni mi nombre te llegué a revelar,
ni en la tarde en que triste me alejé de tu puerta
con la vaga esperanza de poder retornar.
Cuando leas los versos de esta triste poesía
sabrás tú quién he sido y por qué todavía
otra vez a tu encuentro no he podido volver.
Pero acaso no creas que aún tu ausencia lamento,
ni que mientras te escribo, la emoción que yo siento
está haciendo la pluma de mi mano caer.