Cuando yo me ilusiono, desbordante
la alegría me corre por las venas
y en mi entraña se aloja por las buenas
y ya no me abandona un solo instante.
Me hallo como si fuera un navegante
que a lo lejos escucha cantilenas
de las dulces y míticas sirenas
tratando de atraer a un nuevo amante.
Hermoso bienestar que me acompaña
y me hace tan feliz, que una sonrisa
siempre por donde voy llevo conmigo
y la gente me mira un tanto extraña,
al ver que me presento de esta guisa
y trato a todo el mundo como amigo.
Puedo decir y digo
además y con todo fundamento,
que mi ilusión, por ello, va en aumento.