En un pequeño pueblo de Tailandia,
Un hombre llegó con gran maña,
A comprar monos, así sin más,
A un dólar por cada cual.
Con astucia y gran destreza,
Compraba monos con presteza.
Pagaba más cada día,
Hasta que escaseaban con osadía.
Llegó a ofrecer treinta monedas,
Por cada mono en las veredas.
Pero pronto se agotaron,
Y los habitantes se cansaron.
El hombre partió a la ciudad,
Dejando a un encargado en su lugar.
Éste ofreció a la gente de buena fe,
Vender monos a veinte, ¿qué tal eh?
“Compradme monos a este precio justo,
Y mañana mi patrón, con gran gusto,
Os comprará cada uno por treinta y cinco,
Una ganancia segura, os lo digo.”
El pueblo entero, con gran anhelo,
Invirtió sus ahorros sin recelo.
Compraron monos cautivos y listos,
En la finca del empresario listillo.
Pero ni el patrón ni el encargado,
Han vuelto a ser vistos, qué avispado!
Así es como la historia termina,
De monos y criptos, la lección divina.