Yo me siento a esperar
a que ese bondi pase,
como quien espera
que las uvas del parral
sean dulces
y su cáscara no tan gruesa,
para no atragantarse
en verano.
Yo me siento a esperarte
y divago mientras apareces.
Imagino tu cara,
tu risa...
Sí, tu risa,
que puede ser la de cualquiera,
porque no te conozco.
De repente,
pienso en galletitas
porque tengo hambre,
y como una cosa lleva a la otra,
muchos pensamientos
a la vez,
dan vueltas en mi cabeza.
Subo al bondi,
siento que algo quedó extraviado,
postergado,
en algún lugar.
Entonces advierto
que dejé sobre la mesa
el abrigo,
ese que uso cuando la noche refresca.
Y recuerdo
a mi madre y su advertencia,
esa que habla del abrigo.
Recuerdo eso,
y nuevamente,
nuevamente,
me olvido de inventarte.