Majestad:
Felipe IV era abúlico y apático, devoto, mujeriego y acaso poeta. A menudo se cansaba de sus validos y del ejercicio de su reinado. Carlos I fue guerrero. Felipe II solo rey. Felipe III y Felipe IV hombres nada más. Carlos II ni hombre siquiera. Carlos III gran hombre.
El duque de Lerma, afligido y consternado, afecto de asma, se trasladó a Valladolid para iniciar su mascarada. Para fingir pobreza vende bienes, para fingir santidad dice querer hacerse jesuita. El conde de Olivares da orden de detener a Lerma. Poco después se oirá un anónimo por los pueblos de España: «Aquí yace un reino entero/Olivares lo mató/catalanes lo acabaron/los monjes lo amortajaron/y Portugal lo enterró».
Atento mi rey Felipe VI, que el reino debe ganarlo. Este escritor le recuerda que en el Palacio de la Justicia de Florencia figuraba la siguiente inscripción «Oportet misereri», es decir, es necesaria la misericordia, pero que los litigantes y pleiteantes, recuérdelo majestad, traducían como puerta de la miseria. Así que muy atento.
Ahora la misericordia se confunde con la miseria, y la miseria son esos míseros orates gobernantes, el torcido Sánchez, la turbamulta a menudo injusta. ¿Qué es la Justicia? Jurris praecepta sunt haec: honeste vivere, alterum non laedere suum cuique tribuere, estos son los preceptos del derecho: vivir honestamente, no dañar a nadie, dar a cada uno lo suyo.
¿Lo habéis oído borrico Presidente Sánchez, seboso Junqueras, sedicioso Puigdemont, mafioso Pujol, nadería Forcadell, verdulera Colau, fea Ana Gabriel, tontolaba y lacayo Torra ? ¿Lo oyes Echenique, estalinista Iglesias,o tú ministra analfabeta? No lo habéis oído y siempre susurrará en vuestro corazón el fracaso, la cofradía del fracaso. Porque no sabéis ni jamás sabréis lo que es y significa deleitarse en la compostura del alma, en la libertad de la Concordia y el Conocimiento, o más llanamente, en la Libertad.
Y a los viles profesores de Secundaria y Universidad que son como atenienses predicando a favor de Esparta -los estudiantes son solo santos inocentes manipulados como pastelina, como chupa-chups-, a muchos viles que abundan y adoctrinan, a los viles que alimentan a la hidra catalana y vasca, o al bolchevismo de pimienta y cayena,les recuerdo que si Bocaccio o Petrarca siguieron a alguien, siguieron a los mejores, y siguieron lo que su propio ingenio y la propia eminencia de su juicio natural hacia más altura les llevara. Buscaron la gloria de la excelencia, y, como peste, evitaron ser siervos de la miseria, la bajura, que tanto abunda en la historia, general y particular.
Majestad, en vos confío, a los tunantes catalanes sediciosos hágales tragar la hiel y el ricino con vuestra grandeza. No se fíe un pelo de este gobierno socialcomunista anti-español. No permita bajo ningún concepto la disgregación del reino.
Aprovecho la ocasión para mandar un saludo afectuoso a la reina, la princesa, y la infanta.
Siempre sinceramente suyo. Un escritor judeoespañol.