Cuando exhala de esa suerte
vuestra Lira dormitando
un eco tan dulce y blando
¿a qué queréis que despierte?
Dejadlo siempre soñando.
Ni vos debéis lamentar
que estén sus cuerdas rompidas,
pues que las sabéis pulsar
tan bien que por vos heridas
aun rotas quieren sonar.
Ni digáis que los azares
apagan vuestros destellos,
cantad con vuestros pesares,
porque los tristes cantares
son los cantares más bellos.
Mas no queráis vuestro acento
rendir, cantor a mis pies,
elévese al firmamento
que su camino es el viento
y el cielo su trono es.
Elvas, 1846