Me había sido tan ajena
siempre,
y hoy
de pronto me descubre
su color sencillo
y su aroma
cotidiano, sin pretensiones,
sus trazos rectos,
su propia historia,
incógnita en el álgebra.
Me impone, entonces,
su mágico poder
sobre la página
la letra azul
—ésa—
la que se asoma
tímida
para iniciar
tu nombre.