Carlos Manuel de Céspedes

La destrucción de Sennaquerib

(BYRON)

Bajó el asirio como el lobo hambriento:
 
oro y púrpura lucen sus pendones:
 
sus lanzas son como astros que sin cuento
 
brillan en los celestes artesones.
 
Como brota las hojas primavera
 
así la hueste por la tarde crece:
 
como la riega otoño en la pradera
 
así por la mañana desaparece.
 
Sus alas bate el ángel de la muerte,
 
sopla al pasar el rostro al enemigo;
 
no se alza más su corazón inerte,
 
no dan sus ojos a la luz abrigo.
 
Yace el corcel con la nariz al viento;
 
mas el aire no aspira ya orgullosa,
 
cubre la espuma el pecho sin aliento
 
cual cubre fría la ribera undosa.
 
Yace el jinete pálido y tendido,
 
el rocío en su frente yerta, oscura:
 
sólo el pendón, las trompas sin sonido,
 
la lanza en tierra, rota la armadura.
 
Lloran sus viudas con dolor impío:
 
que, sin herirlo vengadora espada,
 
de Baal y de Asur el poderío
 
hendióse del Señor a una mirada.

(1852)

#EscritoresCubanos 1852 Bayamo,

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