Carlos Manuel de Céspedes

Haidea (Goete)

Huyó el reposo mis dolientes ojos
La paz que un tiempo plácido gocé,
Perdiola ¡ay Dios! el corazón enfermo
y ya nunca, jamás la encontraré
 
Do quier que llevo mis inciertos pasos
Si allí a mi vista la robó la suerte,
Abrúmame el silencio de la muerte,
y al mundo entero el velo del dolor,
El pensamiento que interior se ajita,
Rompe bullendo mi febril cabeza
Y el corazón jadeante, en su tristeza.
Siente morir las fuerzas y el valor.
Huyó el reposo mis doliente ojos...
 
Vagando voy por la sombrosa selva,
Buscóla inquieto al pie del arroyuelo;
adorar de sus ojos quiero el cielo,
Y oir que suena su armoniosa voz,
Quiero admirar su rostro peregrino,
Y su rosada boca, y su sonrisa,
blanca forma que áurea se divisa,
como un ángel que al éter va veloz
Huyó el reposo mis dolientes ojos...
Cuando a su lado por acaso me hallo
mi corazón se oprime, y enmudezco:
Al oir sus palabras me estremezco,
Y entonces vivo solo de pensar.
¡Ah! que no pueda sorprender su mano,
y al atraerla en seductores lazos,
verla caer en mis amantes brazos,
a sus ardientes besos espirar.
 
Huyó el reposo mis dolientes ojos:
La paz que un tiempo plácido gocé,
Perdióla ¡ay Dios! el corazón enfermo,
Y ya nunca, jamás la encontraré
Préféré par...
Autres oeuvres par Carlos Manuel de Céspedes...



Haut