Es puente entre lo humano y lo divino
que concibió en su vientre lo infinito,
para otorgar al mundo el Pan Bendito
que redime la culpa, junto al vino.
Al hombre le devuelve su destino,
que en la santa promesa estaba escrito;
y que había robado ángel maldito
para borrar el cielo en su camino.
Cuando el mismo Jesús, Hijo del Padre,
a San Juan, su discípulo querido,
en momentos de la crucifixión
en un gesto de amor la nombra Madre,
el hombre pecador es redimido
si acepta de su manto protección.