FRINÉ
No alcanzaron a Hipérides razones
en pro de la, de Tespias, cortesana,
cuando la impía a Cipris la profana,
por dar al escultor sus proporciones.
Ni supieron austeros corazones,
delimitar la esplendidez lozana
de la inocencia angelical y sana,
y prevarican ante sus pezones.
Cuando el mármol de Paros se estremece
porque sabe que es carne de los crónidas,
bien supone a Friné como la bella
que más que los olímpicos merece
elogios de la piedra y de apolónidas,
sin oír de inmortales la querella.