En el rincón de la casona vieja
donde las sombras riñen con las luces,
con líquida dulzura me conduces
a un mundo que en tus aguas se refleja.
La redondez del vientre de la arcilla,
preñada de las ansias de los cielos
que se condensa en líquidos anhelos,
le estrangula a la sed su pesadilla.
Te guarda diligente el tinajero
que en estilo barroco te previene,
con el zigzag del cántaro pequeño,
del joven sitibundo, que al alero
con angustias, irresistible viene,
olvidando enseñanzas de Carreño .