#Argentinos #PremioCervantes #SigloXX #1976 #LaMonedaDeHierro
En España, y aun aquí, en la Argentina, se puede conversar todavía. A mí me gusta conversar con los “chauffeurs”, con los mozos de café... En España yo he estado conversando con un past...
El alivio que habrá sentido César… El alivio que habrá sentido Carlo… El alivio que tú y yo sentiremos e…
Antes de entrar en el desierto los soldados bebieron largamente e… Hierocles derramó en la tierra el agua de su cántaro y dijo: Si hemos de entrar en el desierto,
La memoria del tiempo está llena de espadas y de naves y de polvo de imperios y de rumor de hexámetros y de altos caballos de guerra
Furtivo y gris en la penumbra últi… va dejando sus rastros en la marge… de este río sin nombre que ha saci… la sed de su garganta y cuyas agua… no repiten estrellas. Esta noche,
Somos el río que invocaste, Herác… Somos el tiempo. Su intangible cu… acarrea leones y montañas, llorado amor, ceniza del deleite, insidiosa esperanza interminable,
El hombre que desembarcó en Buenos Aires en 1871 se llamaba Johannes Dahlmann y era pastor de la Iglesia evangélica; en 1939, uno de sus nietos, Juan Dahlmann, era secretario de una bib...
Imaginemos que en Toledo se descubre un papel con un texto arábigo y que los paleógrafos lo declaran de puño y letra de aquel Cide Hamete Benengeli de quien Cervantes derivó el Don Quij...
Librada la batalla de Clontarf, en la que fue humillado el noruego, el alto rey habló con el poeta y le dijo: —Las proezas más claras pierden su lustre si no se las amoneda en palabras....
Nadie hubo en él; detrás de su rostro (que aun a través de las malas pinturas de la época no se parece a ningún otro) y de sus palabras, que eran copiosas, fantásticas y agitadas, no ha...
El Islam asevera que el día inapelable del Juicio, todo perpetrador de la imagen de una cosa viviente resucitará con sus obras, y les será ordenado que las anime, y fracasará, y será en...
El volumen de Locke, los anaquele… la luz del patio ajedrezado y ters… y la mano trazando, lenta, el vers… La pálida azucena a los laureles. Cuando en la tarde evoco la azaros…
Zanjones, sierras ásperas, médanos, sitiados por jadeantes singladuras y por las leguas de temporal y de…
Me pesan los ejércitos de Atila, las lanzas del desierto y sus bata… de Nínive, ahora polvo, las murall… y la gota del tiempo que vacila y cae en la clepsidra silenciosa
Servando Cardoso el nombre y Ño Calandria el apodo; no lo sabrán olvidar los años, que olvidan todo. No era un científico de esos