Guanabacoa, 12 junio 1891.
Sr. D. Julián del Casal
Mi distinguido amigo:
Por tercera vez he leído hoy la soberbia composición que Ud. me ha dedicado, y nada que le dijese alcanzaría a expresarle en cuánto estimo el ver mi nombre al frente de esos lindos versos, y saber que cuando su potente fantasía se ha encumbrado más por las regiones de los hermosos sueños, algo de nuestra amistad, algo de mi recuerdo, le ha acompañado por esas alturas.
Hoy que mis versos constituyen para mí una gran tristeza (y es Ud. la primera persona a quien hago esta confidencia, porque ¿para qué decir lo que se ha de reputar falso? ¿Habrá alguien bastante indulgente para concedernos que el amor propio deje de gritarnos sin cesar que somos eximios en todo? Y menos aún nos lo concederán si en literatura o en cualquiera otra manifestación artística hemos intentado probar nuestras fuerzas). Hoy que cuanto he escrito no significa para mí más que una decepción, encuéntrome compensada de mis inútiles esfuerzos cuando veo que ellos me han conquistado la simpatía de poetas como Ud., como Price, como Nieves Xenes. Ya que por mí misma no pueda grabar mi nombre para dejarlo por algún tiempo a mi patria; que al menos queden testimonios del afecto que me ha unido a quienes tanto admiro, y que, felices en sus aspiraciones, dejarán memoria imperecedera.
¿Cuándo nos favorecerá Ud. con otra visita? Sabe Ud. que siempre le vemos con gran placer en ésta su casa.
González envía a Ud. recuerdos, y yo le repito la expresión de mi agradecimiento, quedando siempre muy amiga suya