El informe de la mesa de diálogo (también llamada la de los cadáveres) -pues excluyó a las víctimas de torturas, alrededor de medio millón, de prisión y campos de concentración, cientos de miles, del exilio, un millón, ¿sólo por el error de seguir vivos?- constituye una engañifa. Tuvo por finalidad encontrar físicamente los cuerpos desaparecidos e identificados, para darles "cristiana sepultura"; y hasta ahora se sabe públicamente que estos casos serían -si los datos son serios- veintinueve asesinados. El discurso del señor Lagos, rectificando él mismo más de algunas cifras y prescindiendo de su retórica fría, merece el mismo epíteto.
La conciencia pública ha sido trampeada de nuevo.
¿La fe pública? -Muy mal, gracias.
¡No hay nada que agradecer!
Pero se dijeron algunos epitafios.