Ensordecido velo que abarca rincones, y
aporreado de miedo, se lleva en el alma.
Por qué no sentir lo no sentido,
y hablar de lo prohibido?
Se puede vivir todo, desde lo imaginario,
o tal vez, desde la realidad...
y con quién más que con un buen amigo?
Pero toqué la fibra humana,
que no perdona el desacierto, y
hasta la moral como el hueso, aferrado queda.
Encendí el fuego de la duda,
...de lo que sí es prohibido,
de lo que duele.
Y aquel compinche que nunca supo
que hay que tener la fe puesta en su punto,
duda certero de las palabras torpes,
que tal vez se enredaron con el dolor del frío viento.
Y aunque abrí mi alma,
y aclaré lo cierto...
ya nunca más me creyeron,
y seguirá la duda carcomiendo
el espíritu inocente de ese ser
que con tanto gozo entró en mi vida,
y se robó un poco de mi locura.