Cada Jueves Santo conmemora el momento en que Jesús lava los pies de sus discípulos. Es un día de profunda humildad y servicio, donde el Maestro se arrodilla ante los suyos para enseñar que el verdadero liderazgo nace del gesto más sencillo. También marca el inicio del Triduo Pascual, recordando el don total de sí mismo antes de la pasión.