Nace la tierra en un grito de luz,
se despereza el aire,
se despintan las sombras.
Una brisa de trigo despierta las plazas,
y la voz de los niños
es un eco de mares que nunca descansan.
Vuela el aroma de pan y de hierba,
es la risa del día
reclamando su reino.
Los versos germinan
en suelos de sueños,
y un mapa de miel
se dibuja en la frente del mundo.
Que no haya más noche
que la del descanso,
que no haya más sombras
que la del árbol que espera,
que la tierra desnuda su alma
y nos cante su canto sin fin.