Allá, donde la luz duraba hasta la medianoche
Allá,
donde el rocío jamás se secó,
allá dejé un poema que no terminé.
Allá,
donde aún chillan las aves
y se condensa el cálido aire entre las calles,
allá se hubo muerto una parte de mí
para traerme un nuevo sol.
Allá se quedó impregnado el vino, derramado
sobre la hierba, que jamás bebí.
Allá hube muerto
para poder volver.
Allá,
de esa forma, fue como yo renací.
VDL
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