Soñé que regresaba a aquella playa de arena dorada y de mar con sal convertida en nubes de algas. Que volvía a bañarme de agua que nunca antes había encontrado tan libre y fresca. Soñé que volvía a los días de calor y a las noches de luna llena y eternas.
Soñé que regresaba,
sólo que había olvidado hablar el idioma que las aves hablan, el idioma de los niños corriendo mientras saltan la espuma riendo y el de las mujeres bellas sin ropa ni mantas al sol de un verano ardiente y lejano.
Había olvidado el idioma de los sueños.
Había olvidado el idioma nuestro.
Las palabras, los murmullos, el silencio.
Un canto enterrado bajo una lápida sin nombre ni fecha.
Un poema al fondo del tiempo ahogado.
Regresé y entonces no supe ni qué hacer.
Así que me sacudí los recuerdos, el cuerpo, todo lo que más pude.
Sin poder gritar, desperté y lloré.
La verdad es que jamás regresé.
VDL