Con discreta frecuencia...
Con discreta frecuencia,
mi amiga la duquesa
me solicita acrósticos
o tiernas frasecillas
para adular con ellos
a su aleve mancebo.
El corazón y el alma
al escribirlos pongo por entero.
Porque, de alguna forma
—sabiendo los desvíos
de su destinatario—,
de canalla a canalla,
él los hará llegar hasta tus manos.