Sombra feliz del cabello
que se arrastra cuando el sol va a ponerse,
como juncos abiertos—es ya tarde;
fría humedad lasciva, casi polvo—.
Una ceniza delicada,
la secreta entraña del junco,
esa delicada sierpe sin veneno
cuya mirada verde no lastima.
Adiós. El sol ondea
sus casi rojos, sus casi verdes rayos.
Su tristeza como frente nimbada,
hunde. Frío, humedad; tierra a los labios.