Poemario: Saltar al vacío
Cuarta etapa: Pronunciar la palabra adiós
Estar en una bicicleta transformada en nave con impulsos de salir afuera de este mundo, rozar nuestras caras con el viento de la madrugada y saber que sobre esas dos ruedas el extasis no es nada, creer en la ilusión de poder morir feliz por tomar tantas malas decisiones y convencernos que pasar noches escondidos llevando la contraria nos salvaría de algo y nos hundiríamos más, entre tus brazos soy héroe y sobre tus venas soy heroína, fumemosnos, inhalemonos, y bebamonos todas las noches que nos faltaron y los días en donde desaparecemos con la alarma y con cualquier mal recuerdo.
Recordar que nos meti en el mar de mis lagrimas donde nos mantuve nadando navegando en la casa que inunde con palabras a los cuadros y dibujos con que resulta hablando más que contigo y con las paredes donde desapareciste, ahí en donde experimente la soledad aunque nuestras pieles se entrelazaran y solo pude palpar el aire porque otra vez se te hizo tarde, contarle nuestros planes a dios solo para que se ría porque no hay mar, no hay bicicleta y no quedan más cigarros, ahora cada segundo cuesta.
Memorizar el olor a nicotina y hierba junto al sonido de un adiós que creí incapaz de prununciar pero luego no paramos de repetir, nos dimos cuenta que cada vez habían más cosas que dejamos perdidas y no sabíamos en que parte de la ciudad abandonamos, ir por bogotá a recoger mis partes que dejaste tiradas sobre otros paladares y miradas para terminar en la calle donde toco el piso racional donde decido dejarte a la mitad del camino, desamparando el recorrido y corriendo hacia la otra dirección, creyendo que miras hacia atrás y observas como me desaparezco en la neblina, despedirme, porque dejar es no volver, porque decir adiós es crecer y porque no volver es renacer, esta vez de abandono a ti y me doy una oportunidad a mí.