Sofía Ramos

INVOCACIÓN A LOS ALTAVOCES

No calles más, dale.
Sacá la lengüita y vociferá la mierda
más podrida en la cara
de tu trabajo, de tu hijo, de tu vieja.
Dale, rompete los labios de un palabrón.
Escupí al garca de turno que te pide
que le chupes los pies
con la perorata de que todo va a mejorar.
Con la basura mentirosa
de pensar en los que menos tienen,
en los que más necesitan.
 
¿Desde cuándo quieren hacerme creer que
modular sonoramente los discursos más incómodos,
más revulsivos, menos solemnes;
pensar y crear conceptos
que no bajan de ningún lado,
como dice Nietzsche,
sino que suben desde la carne;
desde cuándo quieren convencerme
de que este poema no es poner el cuerpo?
 
A ver, sacrificados y crucificados:
¿de verdad piensan que me conmueven
sus actos mudos de palabrerío miserable?
¿Su hipocresía sin límites?
¿Sus eslóganes y frases de política de autoayuda?
¿Sus brazos clavados por
la boca de Dios?
 
Dale... decite algo:
inventá una parresía aniquiladora
que te salga del fondo de la concha.
Abandoná tu kiosquito, tu corrección política,
tus modales tibios de tipo racional.
 
Grabois, Lemoine, Marra, Moreno:
me cago en sus miradas compasivas
de trasfondo fascista.
Milei, Cristina, Macri, Bullrich:
rechazo sus miradas insensibles
de trasfondo fascista.
Me cago en sus susurros despiadados.
En sus ansias de poder.
En su hambre de poder.
Me cago en su indignación sobreactuada
y siempre selectiva.
Me cago en las manos que se embarran, sí,
de la sangre más autoritaria y asesina.
Y en los progres que sostienen sus militancias.
Y en los liberales que sostienen sus militancias.
Pichot, Péker, Fardín, Segato.
Me cago en su sed punitiva,
en sus sexismos más o menos literales.
Y en los feminismos que pelean
por sus Ministerios.
 
Dale, vos, apoyá el aire en el vientre
y salí a gritar con tu megáfono bien alto.
Palabreá una hoja, una esquina, una piel
incendiada o agónica, no importa.
Que no te neutralicen haciéndote creer
que la única manera de detestar lo establecido
es con banderas patrióticas frente al Congreso.
Hablá. Pero hablá en serio.
Nada de confesionarios, nada de versículos repetidos
como el profeta más mediocre e hijo de puta.
Hablá. Pero hablá lúdicamente en serio.
Que el mundo necesita menos cómplices
de dientes blancos
y más magos despectivamente
llamados charlatanes.
 
Hablá. Dale.
Clavá los ojos y decilo.
Quiero oír tu odio más vital.
Quiero escuchar tu respiración agitándose
en las entrelíneas de cada letra.
Hablá. Hablá ahora.
Que el silencio también puede ser
una forma de estar muerto.

Préféré par...
Autres oeuvres par Sofía Ramos...



Haut