Ahí está él.
Marcado en su rostro
el tiempo, que implacable
ha pasado en silencio.
La calle le cobija.
El aire le da la vida.
Como vargueño una bolsa.
Como lecho un banco ajado,
el mismo suelo si es necesario.
Sentado en su sillón en la plaza,
pasa su horas sereno,
ofreciendo su comida,
compartiendo sus momentos.
Nive