Sebastianek Ateratzea Lortu Zuen

Edén

A Fernanda

Marrón el banco recibe el suave peso de tu cuerpo y de tu alma.
 
Marrón brillante de sol y de luces,
Porque pequeños soplos del aire lo lustran
Desde antes que llegáramos.
 
De ceño a ceño brotan centelleos de la piel alrededor de tus ojos y,
en el fondo del parque, verdes sacudones de las moreras danzan.
 
Miras los borbotones celestes, naranjas y rosas que saltan en el choque del agua de la fuente con el sol que va hacia la montaña.
 
La lluvia movida por el viento hace que algunas gotas lleguen a tu nariz.
 
Yo hallo que estoy más feliz que nunca y no sé cómo decírselo al mundo.
 
Por eso miro tus ojos que ríen,
Miro el banco marrón,
Miro el arcoiris que hicimos mágicamente,
Miro los pájaros y por dentro rezo,
Sí, rezo muy en silencio,
Para que todo este regocijo dure mucho tiempo.
 
Una pregunta tuya me distrae. Si te digo que sueño
Que las moreras extienden sus vendavales verdes,
Que la montaña nos cobija,
Que los ceños permanecerán siempre brillantes,
si te digo que este sueño es mucho más lindo que cualquier realidad que pude haber imaginado antes,
¿me creerás?
 
Tus zapatos raspan el piso que estoy mirando mientras mis manos me han revuelto los pelos,
De allí revolotea y juega en el aire una pelusa.
La plena tarde muestra.
Sólo nuestras dos soledades pudieron hacer, de pronto, este edén tan inolvidable.

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