Se derrama la caldera de oro
sobre toda la simpleza del mundo.
De opaco a celestial,
parece teñirse todo cuanto existe.
Las nubes se mueven al compás
en que las veo,
y mis ojos parecen
un caleidoscopio de belleza.
Si veo al mundo, el mundo es bello.
Si miro dentro, el mundo es bello.
El brote de sentimiento explotó,
y abrazarte,
y ver el cielo,
se ha vuelto
un hermoso consuelo.