Salvador Díaz Mirón

Al Czar de todas la Rusias

Ya fuiste bendecido y coronado,
esplendorosamente consagrado
en medio de una pompa sin igual;
óyeme, pues, escucha los consejos
de quien fue sin tu venia a los festejos:
 
¡Yo soy la libertad!
 
Tú mandas cien millones de lacayos;
diez mil cañones que vomitan rayos
rompen en truenos a tu voz triunfal;
cuatro mares, esclavo de tu acero
besan tus plantas imperiales, pero…
 
¡Yo soy la libertad!
 
Sé bueno y justo porque Dios se irrita.
Ama a ese pueblo que tus pies se agita
con latentes hervores de volcán;
no me persigas más, dame la mano,
tiéndemela, si no… tiembla, tirano
 
¡Yo soy la libertad!
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