Joaquín Sabina

Delirium Tremens

Y ya que me preguntas te diré
que sé lo que es tener
catorce años y estar muerto,
lobo de mar
anclado en la ciudad,
cansado de olvidar
una mujer en cada puerto.
Impúdico animal sin pedigrí,
adicto al elixir
del corazón de la botellas,
misógino aprendiz de seductor
que canta rock and roll
para exigirle a las estrellas:
ojos que aprendan a mirar,
labios que quemen,
sabios que enseñen a besar,
Delirium Tremens.
Hijos de la necesidad,
lluvia de semen,
maltrátame por caridad,
Delirium Tremens.
Y ya que insistes déjame añadir
que sé lo que es dormir
desnudo, en cana y esposado,
a la intemperie de la multitud
clavado en una cruz
con un ladrón a cada lado,
viajando del jamás al qué sé yo,
como un Indiana Jones
por los suburbios de la luna,
conserje de la Torre de Babel
rapsoda de burdel
que busca en todas y en ninguna
ojos que aprendan a mirar,
labios que quemen,
sabios que enseñen a besar,
Delirium Tremens.
Maltrátame por caridad,
lluvia de semen,
¿en qué otros brazos hallarás
Delirum Tremens?
Telarañas en la ropa,
tigres en el balcón,
alacranes en la boca
miedo en el corazón.
Maldito seas, Satanás,
quítate el antifaz,
en ese espejo no cabemos
los dos.
Ojos que aprendan a mirar,
labios que quemen,
hijos de la necesidad
Delirium Tremens.
Sabios que enseñen a besar,
lluvia de semen,
¿en qué otros brazos hallarás
Delirium Tremens?
Delirium tremens.
Ya me sé todos los cuentos,
rechacé los sacramentos,
renegué del Viejo Bob.
Vagué por cientos de ciudades,
me conocen en los bares,
pero no saben quién soy.
Hay un palacio en el infierno
construido sobre el fuego
donde reina el rey
de los que temen.
Cae rodando un niño
por las escaleras
del Delirium Tremens.
Un dos Tremens
Delirium tremens.
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