LXXVIII
Benditas sean las rubias calentonas
que se bajan las bragas con cualquiera,
las niñeras que salen respondonas
y arrinconan al niño en la escalera,
las enfermeras que suben la fiebre,
las tetas de pezón hospitalario,
los gatos que no dan gato por liebre,
los misterios gozosos del rosario,
los frívolos culitos cariñosos
que no perdonan los polvos atrasados
y no juegan a ricos y famosos,
los húmedos chochitos de las putas
que consuelan a más desconsolados
que las madres teresas de calcutas.