XLV
Niégate a barnizar el inclemente
muro de san Fermín con trampantojos,
llámanos por el nombre de la gente,
ayúdanos a andar, que andamos cojos.
Descalabra el establo y el casino,
desabertzala la kale borroka,
cuéntanos el secreto, y a Sabino
dale con los maquetos en la boca.
Por el Voltaire que nos desenmascara,
por la daga en la llaga del espanto,
por tu camisa limpia y tu cuchara,
por la oreja Van Gogh del tartamudo,
por la guerra a la paz del campo santo,
Fernando Savater, yo te saludo.