Joaquín Sabina

Bendito veneno

Le pedí la llave
del huerto de su boca.
—No la tiene nadie
—me dijo—. En el amor
no voy de flor
en flor, de oca en oca
y sólo beso cuando me toca.
 
¡Bueno es el olvido
cuando alguien lo amenaza!
Aquel día, Cupido
pensó: “Me voy de casa”,
y nos clavó
dos flechas en pleno
corazón, bendito veneno.
 
¡Qué suerte pa’ mí
que así, por las buenas,
no habiendo luna llena
se diera porque sí!
Me prometió una noche y fueron mil,
me dio una Nochebuena en pleno abril.
 
Me quise morir
trepando por su falda,
me quedé a vivir
en un lunar de su espalda
y hasta hoy
nos dura el hechizo.
¿Qué nos dio
aquel bebedizo?
 
Escapamos juntos
del país de la rutina.
Un coche de punto
nos condujo hasta la esquina
del amor.
—¡Deprisa, cochero!
Llévenos usté
al extranjero.
Piaciuto o affrontato da...
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