Joaquín Sabina

Arenas movedizas

Mañana cuando era tan pequeño
por el Acantilado del Obispo caí
persiguiendo un pájaro sin dueño
y aterricé en un polvorín
 
de arenas movedizas
bajo un cielo de betún,
caracolas que agonizan
sin decir ni mu.
 
Cuando el gallo a sueldo de la madrugada,
llegó con su kikirikí,
desperté soñando que viajaba
desnudo con un maletín
 
de arenas movedizas
bajo un cielo de alquiler,
alfileres que agonizan
antes de nacer.
 
A mi cita fui pero el horizonte
se había cansado de esperar,
me llamó san Pedro por mi nombre
y no le quise contestar.
 
Y arenas movedizas
bajo un cielo de almidón,
paquebotes que aterrizan
sin pedir perdón.
 
Arenas movedizas
bajo un cielo regaliz,
ascensores que agonizan
por la cicatriz.
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