Regino Pedroso y Aldama

Alegoría del hombre estático

Allí, bajo el crepúsculo que enjoyaba el paisaje,
estaba el hombre extático,
ebrio de grandes sueños y en pereza los músculos.
Por sobre su cabeza,
el árbol de la vida en áureas ramazones
a sus manos brindaba las carnes de sus frutos.
Miraba cómo el árbol se colmaba de flores;
cómo después las flores se cuajaban en frutos,
cómo, bajo la noche,
su copa –cáliz pródigo de sombra bienhechorase alzaba derramando rocío y floraciones.
(Era como un humano símbolo que ofrendara
la paz sobre la angustia dolorosa del mundo).
Silencio era en las noches; frescura en las mañanas;
amor y ensueño bajo las rosas del crepúsculo.
Y el hombre aquel sufría de sed devoradora;
pero estábase extático, mudo, contemplativo;
con el hambre en la boca
y en sueño de pereza los músculos dormidos.
No se alzaban sus brazos a los racimos óptimos;
y la tierra cubríase de los frutos maduros
al batir de los vientos;
y él seguía en inútiles vaguedades absorto.
Incapaz del esfuerzo que colmara sus ansias,
no probaron sus labios la poma rica en jugo.
7Enfermo de un estéril soñar, no se alzó trémulo
en rebelión de nervios
con un gesto de músculos.
Y él sentía en su alma
un ansia de acto, en fiebre de suprema emoción.
¡Ah, el dolor del que mira también sus pensamientos
perderse igual que frutos del árbol interior!
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